martes, 27 de enero de 2015

Me presento.

Donde el sendero de la vida acaba, ahí yace la meta de un mortal, los sueños de un niño que nunca murió, aquel infante de interminable creatividad, que después de abandonar su cuerpo de papel y de haber derramado la tinta sobre la tierra, ha escrito aquello que perdura.

Ha logrado vivir en mí. Ha hecho vibrar mi alma con su voz, con aquella frase llena de vida, aquel sentimiento que nunca abandono por una corazonada, cada letra en conjunto me hizo levantar la mirada, me hizo sonreírle al miedo y abrazar mis lágrimas, pues todo aquello ha sido verdadero.

¿Olvidarte?, nunca. Pues me enseñaste a ser humano y pelear con las fuerzas y el poderío que muestran solo los dioses sobre la tierra.

Le arrebate su fuerza a un árbol, me adueñe de la libertad de un ave, soñé con las estrellas. Y todo gracias a ti, Pero, no me olvide de aquellos que sacrificaron su naturaleza por darme lo que ahora soy, defiendo a la indefensa florecilla, incito a los pájaros a volar y sigo queriendo alcanzar el cielo.


Para aquellos que se preguntaron a qué frase me refiero, has memoria, te di las suficientes pistas, incluso tal vez te la dije con otras palabras, pero evitare la intriga y te lo diré. Aquel lema que el viento susurro para el que vive, aquel emblema de guerrero y el trofeo que ahora sostengo se llama, nunca te rindas.